Han pasado ya más de cinco años desde que los murcianos vivimos uno de esos episodios esperpénticos a los que nos tiene acostumbrados el equipo municipal del Alcalde Cámara, y todo sigue igual en San Esteban. Bueno, lamentablemente no exactamente igual, porque el tiempo va pasando, y los restos islámicos, frágilmente protegidos, van sufriendo las inclemencias del paso del tiempo.

Cualquier proyecto personal que no sale como el primer edil hubiera querido se condena al abandono y el desprecio más absoluto. Ejemplos tenemos más que sobrados: el lamentable estado de la Plaza Cruz Roja, donde no pudo ejecutar el aparcamiento previsto por oposición vecinal; la desidia y marginación que sufre el Barrio de La Paz, tras el intento frustrado de derribo y negocio que pretendían; la inexplicable falta de relación de la ciudad con el Río Segura, debido a que el mejor proyecto posible (ganador del concurso de ideas del Colegio de Arquitectos) no era un proyecto auspiciado por él; y así un largo etcétera, reflejan claramente su estilo despótico y autoritario.

Pero cuando se trata de una oportunidad inmejorable para dar un impulso cultural, social, turístico y económico a la capital de la Región de Murcia, resulta del todo inexplicable que se adopten estas actitudes, propias de una mentalidad infantil, rencorosa y nada coherente con los intereses de los vecinos a los que supuestamente se representa.

Imagen de wikipedia

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En el mundo competitivo del turismo cultural globalizado, una ciudad sin proyecto turístico y cultural, está perdida. Pierde sin duda la batalla frente a las demás. Ya no sirve el tópico de que visitar Murcia está muy bien por sus gentes o sus tapas, por la Catedral o el Museo Salzillo. Murcia necesita una identidad turística, un proyecto global, un proyecto de futuro coherente con su propia personalidad, que sea capaz de atraer a los visitantes que se marchan a otras ciudades.

Cartagena, donde se ha apostado por poner en valor el pasado Romano y Cartaginés, con un proyecto integral, a largo plazo, que va desarrollándose según las disponibilidades presupuestarias, con ritmo, y con previsión de futuro. Es la clara expresión de cómo se puede revitalizar una ciudad a raíz de un hallazgo como el Teatro Romano, y llenarla a diario de turistas que, inevitablemente, dejan parte de su dinero en esa ciudad.

Por eso, va llegando el momento de que se tomen decisiones. De generar un proyecto, de poner en valor nuestro pasado, nuestra historia, y convertirlo en nuestro futuro. Porque San Esteban es único, no hay en España una ciudad en cuyo centro exista una extensión tan grande de un barrio islámico prácticamente intacto, con sus calles, viviendas, patios, infraestructuras, oratorios y sobre todo, con su forma y estructura urbana.

En definitiva, necesitamos con urgencia tener ya, aunque se desarrolle lentamente según los recursos, un proyecto de musealización, puesta en valor, y sobre todo, reivindicación de nuestro pasado, nuestra historia y nuestra cultura.

Sólo políticas sin ambición, cortas de miras y con proyectos agotados, justificarían el dar la espalda a la gran oportunidad de futuro que nos pone en bandeja la historia en la Región de Murcia.