He de reconocer que por mucho que uno vive, hay veces en que la realidad supera con creces a la ficción, o por lo menos, a lo que uno espera como sociedad.
Hoy en el telediario un ciudadano salía del juzgado, condenado por un delito grave a 23 meses de cárcel y con una multa de casi 19 Millones de euros.
Hasta ahí, nada nuevo. Cada día tenemos la imagen de algún condenado, ya sea por delito fiscal, corrupción política, delitos sexuales, homicidios o cualquier otra casuística.
Habitualmente, a la salida del juzgado, o no hay nadie, o hay una concentración de afectados o perjudicados que van a protestar contra el condenado.
Pero hoy había un tumulto de gente, entre las cámaras y reporteros, pidiendo autógrafos en banderas, bufandas y pósters al condenado.
Como lo oyen. Además, la condena es por fraude a la hacienda pública, es decir, que todos somos afectados, incluso esos ciudadanos que pedían autógrafos.
Habrá quien se pregunte, ¿cómo puede ser que a un condenado por fraude a la hacienda pública le pidan autógrafos?
La respuesta es muy fácil: porque es futbolista. Sin más.
Ya lo hemos visto otras veces con futbolistas, hace bien poco con otro futbolista del eterno rival. Todos ellos quedan impunes del juicio y la crítica social, porque son futbolistas.
Si fuera cantante, artista, periodista, empresario, y no digamos un político, estaría durante semanas en los telediarios, tertulias, programas y portadas de prensa, denostado, vilipendiado y condenado al ostracismo social.
Tal vez debamos replantearnos qué tienen los futbolistas, qué aportan a esta sociedad, para que social y mediáticamente se les indulte de cualquier condena judicial que se les imponga, por alta que sea.