Contigo siempre. Solo dos palabras adornaban el ramo de flores blancas que Joaquín Sabina envió al velatorio de Carme Chacón.
Dos palabras que bien podría haber escrito la propia Carme a cada uno de sus cientos de amigos, porque así era ella, cercana y para siempre.
Sabina lo sabe y lo siente, igual que desde hace años no quiere “domingos por la tarde”, y mucho menos como el de la semana pasada, en que alguien “le robó el mes de abril” a Carme, y nos dejó a todos “más tristes que un torero, al otro lado del telón de acero”.
Mucho se ha dicho estos días sobre ella. Sobre su trayectoria política, sus logros, los techos de cristal que consiguió romper, e incluso los que solo pudo arañar sin llegar a romper. Sin duda es una de las personalidades políticas que quedarán para la historia de este país: por su compromiso, por su lealtad, por sus firmes convicciones, por su honestidad, su tesón y su valentía.
Pero Carme era todavía mucho mejor como persona, como amiga, como compañera. Siempre tenía una sonrisa dispuesta, siempre estaba cercana, incluso con los que vivíamos lejos. Siempre estaba al otro lado del whatssap o del teléfono, una llamada, un mensaje… aunque solo fuera un “¿cómo estás?… incluso años después de aquellas primarias en las que convivimos.
Tu corazón ha fallado, amiga Carme, y nos dejas, como amigos, huérfanos de tus palabras y de tu cariño.
Pero como políticos, nos dejas llenos de enseñanzas, de valores, de fuerza y de energía, que a partir de ahora defenderemos, si cabe, con ilusión renovada, por ti, para ti, y contigo, siempre.