Llevamos meses hablando del tema y en las últimas semanas todo se ha recrudecido. Resulta que al parecer hay quienes se saltan la disciplina y pretenden seguir su propio itinerario. Y también parece que quien dicta las normas acaba de echar un pulso contra estos últimos, que a su vez dicen que se les está impidiendo seguir su camino con normalidad.
Pero nadie, o casi nadie, habla de un futuro a largo plazo, de una convivencia pacífica entre todos, y de ponerse todos a trabajar para solucionar los problemas de los ciudadanos.
En efecto, como ya habrán adivinado, me refiero a la movilidad en bicicleta en el municipio de Murcia.
Y es que, si las cosas no se hacen bien, lo más fácil para quien manda es ejercer la autoridad y echar un pulso, como la amenaza de sanciones que hemos visto esta semana, por usar los cascos o circular por la acera.
Siempre habrá quien diga, con razón, que no están haciendo lo correcto. Pero cuando quien manda no te permite hacer lo que debes hacer, no queda otra que protestar. Hace años que se habla de una ciudad para la bici, pero como en el despotismo ilustrado, sin la bici.
Así que sugiero que se dejen de experimentos y chantajes, que planifiquen de una vez qué modelo de ciudad para la bici queremos y que trabajemos por facilitar la convivencia de vehículos, bicicletas, peatones y transporte público.
Recetas de sobra conocidas, que bien podrían aplicarse a otros ámbitos turbulentos.