Todavía en pleno carnaval, ya se adivinan en el horizonte la cuaresma, la semana santa, y las procesiones.
Ha pasado casi mes y medio desde el 21 de diciembre, el invierno aún no ha llegado (igual ya pasó y no lo vimos), y las procesiones ya han empezado.
¿cómo que ya han empezado? Me preguntará algún oyente.
Pues sí: vaya usted al monte, a cualquier monte de la región, y véalo. Miles, decenas de miles o millones de orugas, en sus particulares procesiones, están plagando este año nuestros montes.
La imagen es realmente dantesca en algunas zonas como Cieza, Mula, y últimamente en la Cresta del Gallo y Carrascoy
No hace falta acercarse mucho para verlo. En diciembre eran laderas enteras llenas de pinos con bolsas. Empezaban a anidar. Y ahí se quedaron. Poco o nada hicieron las autoridades forestales o ambientales de esta región, si es que el medio ambiente importa algo a este gobierno.
En enero empezó un proceso lento, imperceptible, pero imparable… las orugas empezaron a salir, y los pinos empezaron a clarear, a perder verde, a ponerse grises. Ahora ya parece muy tarde en algunas zonas. Laderas enteras de pinos que difícilmente se podrán recuperar, prácticamente secos, vulnerables y expuestos a una segunda plaga, la del barrenillo, que termine de matarlos.
Durante el embolsamiento hubo tiempo de actuar, pero no se hizo. Ahora solo queda advertir a la población de que no vayan al monte para evitar urticarias o reacciones alérgicas.
Y quien pueda, que guarde en la memoria visual la imagen de nuestros montes con pinos.