Les propongo aprender una palabra nueva y transgresora: desurbanizar.
No está en el diccionario de la R.A.E, quizás porque todavía es una actividad del ser humano que no hemos practicado.
El diccionario define urbanizar como: “Acondicionar una porción de terreno y prepararlo para su uso urbano, abriendo calles y dotándolas de luz, pavimento y demás servicios”.
Lo llevamos haciendo desde que el ser humano se convirtió en urbano. Una actividad regulada, legislada, controlada y muy loable, que nos permite disfrutar de entornos urbanos apropiados en los que vivir en colectividad, con todos los servicios, y realizar todas nuestras actividades.
Pero en las últimas décadas hemos urbanizado más de lo que necesitamos. Mucho más. Especialmente en la Región de Murcia. Y tenemos miles de metros cuadrados, urbanizados… sí, pero abandonados.
Urbanizaciones donde la maleza ya oculta las aceras, donde los cables hace años que fueron robados, y donde difícilmente, en los próximos veinte o treinta años se edificará vivienda alguna.
Seguro que las han visto, en el Campo de Murcia, cerca de Molina de Segura, en Fortuna, Jumilla… y en casi cualquier rincón de la Región.
Debemos replantearnos desurbanizar aquellas que claramente sean inviables. Devolver a la naturaleza un paisaje que nunca debió ser transformado. Y aunque parezca paradójico, también generar empleo en movimientos de tierras y demoliciones; recuperar materiales aprovechables para otros usos; y permiter el establecimiento de nueva actividad económica ligada a la agricultura.
A los escépticos les diré, miren lo que hace en Irlanda el equivalente a nuestro Banco Malo: desurbanizar.