Estimado lector, inicio hoy aquí esta andadura, con la intención de compartir una reflexión semanal, y ofrecer mi punto de vista sobre los asuntos relacionados con la realidad política y urbanística de esta Región, desde la triple perspectiva en que la contemplo: como arquitecto, como profesor de urbanismo en la universidad, y también como concejal socialista en el Ayuntamiento de Murcia.
Y escribo estas líneas, convencido de que uno de los principales problemas por los que atraviesa la Región de Murcia, es la ausencia de una política global de ordenación del territorio, diseñada y pensada para garantizar un crecimiento ordenado, sostenible económicamente para el futuro y respetuoso con el medio ambiente.
El territorio es el gran tablero de juego en el que se ha desarrollado la partida de la especulación y el enriquecimiento rápido que vivimos en gran parte de la última década, hasta que la caja se quedó sin dinero, y muchos jugadores se retiraron, o quedaron incapacitados para seguir jugando.
Y el gran problema es que muchos consideraron que esto no era más que un simple juego de comprar, vender, ganar dinero, ganar más dinero o ganar mucho más dinero. Sin tener en cuenta que mientras tanto, sobre el territorio se iba dibujando un nuevo mapa, una nueva cartografía, la representación pura y dura de la década especulativa.
Una cartografía fragmentada, aislada, mal comunicada, que ha agravado los problemas de índole urbano o territorial que planteaba nuestra región antes del inicio de la década especulativa.
Así, hemos creado nuevas bolsas de marginación y pobreza en barrios y zonas donde antes no los había, hemos dejado incomunicados núcleos de población, hemos creado grandes extensiones de suelo plagado de viviendas, sin carácter urbano ni rural, sin personalidad, sin alma, en definitiva, sin vida.
Y todo ello a base de un consumo de suelo excesivo y desmesurado, en ocasiones pasando por encima de zonas de alta protección y valor ambiental, productivo o arqueológico. Y lo que es peor, un nuevo modelo urbano, exclusivamente basado en el transporte privado y en el consumo de recursos naturales absolutamente inadecuado e insostenible.
Y los jugadores desaparecieron, ya no están. Por mucho que lo intentemos, no van a pagar la factura que nos dejaron.
Y ahora que la partida se quedó frenada, paralizada y casi anulada ¿quién limpia el tablero de juego? La respuesta es aterradora: el tablero de juego de la realidad, el territorio, no se puede limpiar. Las fichas son de hormigón, las casillas están asfaltadas, y los dados son miles de coches que deambulan de un sitio a otro día a día, consumiendo tiempo y recursos de los que ya no disponemos. En definitiva, este es el territorio, desolador, que nos ha quedado, el territorio de la especulación y la crisis.
Ahora es el momento idóneo para pensar, reflexionar y actuar, antes de que empiece una nueva partida. Ahora es el momento de cohesionar, limpiar, ordenar, hacer racional este territorio y aprender a vivir en él nuevamente.
Y éste es el territorio en el que se moverán mis reflexiones en este blog, un territorio que quiero compartir con mis lectores: un territorio compartido.