Faltan solo tres años para que se cumpla el centenario de la publicación de “Luces de Bohemia”, esa novela en la que Valle-Inclán acuñó el género literario del esperpento.
Como si de un homenaje anticipado a tal centenario se tratase, esta semana los señores del cesado Govern de la Generalitat nos han regalado una recreación de tal género, adaptada a las circunstancias actuales.
Una recreación tan perfecta, que no se ha privado de ninguna de las características que suelen reseñarse para tal género. A saber: lo grotesco como forma de expresión, la deformación y la distorsión de la realidad, el empleo de dobles códigos para burlas y caricaturas, y recursos como la degradación de los personajes, el humor propio de los payasos, el hacer de lo extraordinario algo normal y verosímil, e incluso la presencia de la muerte, (bien entendida como la muerte del “process”, en este caso).
Si no fuera porque la cosa no va de literatura ni de centenarios, hasta tendría cierta gracia el asunto.
Pero el asunto va de una sociedad fracturada, espoleada, y exhausta; de un país que ha perdido durante meses el rumbo de la estabilización económica, el futuro, y la proyección internacional de país serio; de unos gobernantes catalanes con una categoría política y humana que no levanta de la suela de los zapatos.
Mucho me temo que habrá quienes estén pensando en sacar rédito electoral de todo esto, pero lo que de verdad necesitamos, en Cataluña y en toda España, es volver a la normalidad democrática y, de paso, tras las elecciones del 21 de diciembre, comernos el turrón en familia con una buena copa de cava.