La mañana del Entierro de la Sardina en Murcia, corrió como la espuma la noticia de que un coche, había arrollado a tres personas en la calle de Correos, atestada de gente, como corresponde a uno de los días grandes de nuestras fiestas.
La noticia, sin más trascendencia que un despiste, nos invita a la reflexión sobre la circulación de coches en el espacio público en los días y lugares en donde más gente se concentra.
En esta ciudad, da igual que sea festivo o laborable, llueva, truene o haga un sol de justicia: la prioridad es siempre para los coches, y hasta nos parece normal ver coches en las aceras, pasos de cebra, parques y hasta en los juegos infantiles. Es más, durante toda la semana las tribunas ocupan toda la acera de la Gran Vía, quitando espacio a los peatones y dejando libres los cuatro carriles.
¿Qué pasaría si durante una semana hubiera solo dos carriles, para autobuses, taxis, residentes, repartos y bicicletas? No pasaría nada, y los ciudadanos disfrutarían de más espacio para pasear, que es lo que apetece en una ciudad en fiesta.
¿Pasaría algo si los días grandes se define una zona, con un horario determinado libre de vehículos, salvo emergencias? Tampoco, salvo que miles de personas disfrutarán del espacio público, sin riesgo de atropellos o incomodidades.
Serían necesarias campañas de concienciación durante los meses previos, aparcamientos disuasorios programados, habilitados y conectados con transporte eficaz a las zonas de fiesta, refuerzo de autobuses y tranvías con precio especial, y un largo etcétera de medidas, que no se improvisan en una semana.