Pasó el puente del Pilar y ya terminó oficialmente la temporada de ir a la playa. Viene ese tiempo en el que los murcianos no nos acercamos al mar hasta junio, y los madrileños y peninsulares viajan durante sus fines de semana a ciudades del interior.
No me corresponde a mí hacer balance de la temporada, pues los datos llegarán, como cada año, de la mano de Hostemur.
Pero a partir de esta semana volveremos a ver miles y miles de pisos y casas vacíos, cerrados a cal y canto hasta el próximo verano. Kilómetros de litoral desiertos y con buena parte de sus escasos hoteles cerrados, al igual que toda una economía de servicios al turismo.
La Región de Murcia no aprende.
La Costa del Sol, la Costa Blanca o las Baleares han reconducido su turismo y desestacionalizado su oferta, pero aquí seguimos colgando el cartel de cerrado, esperando que el Aeropuerto o el AVE solucionen este problema, pero difícilmente tendremos turismo si no hay oferta y cambio de modelo.
Tendremos que empezar a pensar en el turismo cultural, el de naturaleza y excursiones, el gastronómico y el de congresos. Pero para todo ello hace falta oferta hotelera, y un sector hostelero que no cierre el día 12 de octubre hasta el siguiente verano.
Seguimos centrados en la especulación inmobiliaria que consiste en hacer propietarios de inmuebles a personas que apenas los podrán ocupar algún fin de semana y unos 20 o 30 días en verano.
Reconvertir nuestra obsoleta y desorbitada oferta de alojamientos vacíos durante meses, no se hace en un día, pero si nunca se empieza, seguiremos perdiendo la partida frente a otros destinos.