Acaba esta semana un verano que, con permiso de los catalanes, en la Región de Murcia hemos dedicado a la contienda interna del Partido Socialista.
Un verano en el que poco a poco, y con la cadencia del calor estival, hemos ido conociendo primero las intenciones de cada uno; después las pre-candidaturas de Diego Conesa, María González y Francisco Lucas, por ese orden; recientemente la confirmación de las mismas por la comisión organizadora del congreso, y las jornadas de votación que tendremos, ya en el otoño, los días 24 y 30 de septiembre, en caso de ser necesarias dos vueltas.
Parecería que lo más importante es la contienda, ver quién gana, qué facción, familia o sector del partido se impone, o si los militantes se decantan por la experiencia y seriedad municipal de Diego Conesa, la fortaleza política nacional de María González, o la frescura política y juventud de Francisco Lucas.
Pero lo realmente importante es el día después. El 9 de octubre, tras el congreso, el PSRM dispondrá de apenas 19 meses para ofrecer a los ciudadanos de la región ese proyecto que nos llevan demandando durante las dos últimas décadas.
Un proyecto que responda al letargo, abandono, dejadez y decadencia en la que el Partido Popular ha sumergido a la región. Un proyecto que ilusione y represente a los murcianos lo suficiente como para depositar en el PSOE la confianza mayoritaria para el cambio que se atisba en el horizonte.
Para todo eso, el día después, y gane quien gane, será necesario combinar la experiencia municipal, la fortaleza política nacional y la frescura política y juventud.