La noticia de la detención de Villar por sus presuntas actuaciones delictivas y corruptas al frente de la Federación Española de Fútbol, venía ilustrada esta mañana en la edición digital de un diario de tirada nacional, con la foto de la colocación de una primera piedra, con Miguel Ángel Cámara y Jesús Samper de espectadores, y Villar echando una paleta de mortero.

Tres actores que, a partir de hoy (aunque ya fallecido uno de ellos), tienen su nombre unido al de las investigaciones, imputaciones, enjuiciamientos, procesamientos y demás escándalos judiciales, policiales y periodísticos, ligados estrechamente al fútbol, la política y la especulación inmobiliaria.

Lo más sorprendente del asunto es que la reacción social no se produce de igual manera si las actuaciones presuntamente delictivas, se vinculan al fútbol, que si provienen de la política, la empresa, la inmobiliaria o cualquier otro sector.

El fútbol, en España, está libre de polvo y paja; de hecho, incluso una ley lo declaró “de interés general”.

Todavía recuerdo, en la época en que se hablaba de los posibles perjuicios para la ciudad de Murcia por el asunto de Nueva Condomina, que hoy siguen bajo juicio en la operación Umbra, cómo algunos amigos o conocidos terminaban siempre el debate diciendo algo así como: “pero en el fondo en Murcia necesitábamos un estadio, y ya lo tenemos”.

Desde Jesús Gil, son decenas los nombres vinculados al fútbol que han aparecido en operaciones que al final pagamos todos, y sin embargo, socialmente, siguen todos ellos reconocidos.

Al fin y al cabo, el futbol, nos saca del letargo vespertino de los domingos, y eso, bien vale cien años de perdón.